Declarado Patrimonio de la UNESCO en 1988, el centro histórico de capital peruana y el resto de sus áreas de influencia atesoran innumerables motivos para ser visitados: históricos –en ella se pueden ver muestras arquitectónicas prehispánicas, coloniales y contemporáneas– lúdicos, pero muy especialmente gastronómicos. Ahora, imagínate que tienes un ceviche en la mano y sigue leyendo.
Bienvenidos a una de las calles más famosas y tumultuosas del casco histórico de Lima. Plagada de tiendas de libros y música, coleccionistas y curiosos encuentran aquí un paraíso donde satisfacer sus instintos más primarios: vinilos –Sensei Records puede ser una buena dirección– y maravillas literarias y periodísticas inéditas o descatalogadas. ¿Listos para una mañana de rastro?
Allá por 1849, chinos procedentes de Sichuán y Cantón comenzaron a asentarse en las lindes del centro. Y del intercambio de culinario nació la polícroma y sabrosa cocina chifa: arroz chaufa, frito con verduras, carne y huevo; wantan frito, entre un nacho y una empanadilla frita con carne; o el pollo con tamarindo están entre sus riquísimas especialidades.
Cruza el Arco Chino que preside la entrada de la calle Capón, epicentro de la actividad del barrio, cotillea las tiendas de la Galería Comercial y busca tu chifa preferido. Ton Kin Sen, en la misma calle, o San Joy Lao están entre los favoritos de las guías.
Con 134 años de relatos a sus espaldas, la Antigua Taberna Queirolo todavía es punto de encuentro entre los amantes del buen vivir. Fundada por genoveses emigrados durante la Primera Guerra Mundial en una casita del distrito del Pueblo Libre –muy cerca del Museo Antropológico–, hoy su fisonomía se mantiene prácticamente intacta: maderas nobles y oscuras, vitrinas repletas de botellas, suelo de baldosín y fotos en blanco y negro colgando de las paredes. De la carta hay destacar los tiraditos, ceviches y causa, así como su bodega, que bajo el nombre de Santiago Queirolo comercializa sus propios vinos y piscos. ¡Qué sed!
O ese título de doctor en astrofísica que tu abuelo siempre soñó que tuvieras. Una copita de tinto de la casa y un sanguche de chicharrón en Casa Queirolo y explorar las calles contiguas, donde dicen que están las mejores imitaciones del país –casi como estas calles para ir de compras de las que os hablábamos el otro día–.
Si buscas en Internet encontrarás muchas referencias a la peligrosidad de este barrio fundado por españoles, sin embargo, como ya ha pasado en muchas otras capitales mundiales con áreas céntricas inicialmente deprimidas, Callao se está convirtiendo en el lugar de los modernos y del arte.
El proyecto Callao Monumental busca convertir la zona en un espacio más acogedor e integrador donde los chalacos, como se conoce a los locales, y los nuevos moradores convivan en armonía gracias al peso del arte. De momento, la Casa Ronald, un emblemático edificio construido a principios del siglo XX, se ha sido convertido en un centro cultural, 18 murales realizados por artistas locales e internacionales han llenado de color las tristes fachadas y algunas galerías han decidido mudarse a la zona.
El mejor restaurante de Latinoamérica –y el cuarto del mundo– según la prestigiosa guía “The World´s 50 Best Restaurants”, sólo podía estar emplazado en Miraflores, el barrio más elegante y comercial de la localidad –y en el que puedes encontrar hoteles como este–.Elementos autóctonos como el maíz morado, la hoja de coca, el rocoto o la corvina salvaje cobran nuevos significados en las manos del chef Virgilio Martínez, quien ha logrado integrar la huerta del restaurante con la más salvaje Amazonía, obteniendo resultados espectaculares. Central es una visita obligada.
¿Visitar Perú y comer japonés? Si escuchas “Maido” todo cobra sentido. Ubicado también en el barrio de Miraflores, está considerado como el segundo restaurante mejor de toda Latinoamérica por “The World´s 50 Best Restaurants”. Capitaneado por el chef Mitsuharu Tsumura, su secreto ha sido saber combinar la tradición nipona con las raíces peruanas, dando lugar a platos tan emblemáticos y deliciosos como el tartar de camarón curado o el ceviche de lapas.
Si pasas por Lima, no puedes dejar de visitar esta ciudad santuario situada a 40 km al sur. La construcción de Pachacamac es preinca y se inició unos 5000 años antes del nacimiento de Cristo. A ella acudían en peregrinaje los peruanos de entonces desde hasta los mismísimos Andes para consultar al oráculo sobre el futuro y el estado de la Tierra y las cosechas.
El complejo ocupa casi 500 hectáreas y el buen estado de conservación permite realizar un circuito donde maravillarse con pirámides, templos, casas de adobe y un museo donde, además de explicarse su historia, están expuestos restos arqueológicos como cerámicas o textiles.