Foto de Vlastimil Juricek, Wikimedia Commons.
No siempre que vamos a un destino tradicional como Roma, París o Lisboa tenemos que volvernos con la sensación de haber hecho lo de siempre pero en otra ciudad. Aunque no muy conocidos, se puede disfrutar de planes alternativos que permiten llevarse de un destino turístico tradicional una sensación diferente y un punto más enriquecedora. Uno de estos planes puede ser el conocer las zonas subterráneas de grandes ciudades como París, Roma o Lisboa, unas zonas que en su momento se destinaban al enterramiento de seres humanos y que hoy se han convertido en un activo turístico muy peculiar e interesante: las laberínticas catacumbas.
Las catacumbas fueron inmensas necrópolis excavadas bajo tierra. Se construyeron durante la dominación romana —a excepción de las catacumbas de París— en muchos lugares del Mediterráneo y se cree que su origen pudo estar en ciertos cultos paganos a la muerte. No obstante, fueron utilizadas por los cristianos primitivos como escondrijo y lugar de culto hasta el año 313, cuando Constantino permitió la libertad de religión en el Imperio Romano. Nosotros proponemos visitar las catacumbas de tres hermosas ciudades: Roma, París y Lisboa, en una experiencia única e inolvidable.
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Las catacumbas de Roma son las más conocidas y exploradas, aunque las cifras hablan de un recinto subterráneo enorme: hasta la fecha se han contabilizado 60 catacumbas diferentes, con unas 750.000 tumbas y la longitud total de las galerías asciende a unos 160 kilómetros. Los nichos mortuorios se excavaron en las paredes de las galerías y la mayoría de ellos están abiertos, pero todavía existen innumerables muestras de arte romano y paleocristinano que acompañan a los nichos. La mayoría de las catacumbas se construyeron en torno a las principales calzadas romanas que salían de Roma y las más importantes son: catacumbas de San Pancracio (en la vía Aurelia), las catacumbas de Generosa (vía Portuense), las catacumbas de Commodilla (vía Ostiense), las catacumbas de Domitilla (vía Ardeatina), las catacumbas de San Calisto, las de Pretestato y las de San Sebastiano (en la vía Apia), las catacumbas de Marcelino y Pedro (vía Labicana), las catacumbas de San Lorenzo (vía Tiburtina), las catacumbas di Sant’Angese (vía Nomentana), las catacumbas de Priscila (vía Salaria nova). Los precios de entrada oscilan entre uno y diez euros, en función la edad del visitante y de la duración de la visita. Sin duda, las más impresionantes son las catacumbas de Domitilla, las catacumbas de San Calisto y las catacumbas de San Sebastiano, que están muy próximas entre sí.
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Las catacumbas de París son un atractivo turístico de la Ciudad de las Luces que muchos viajeros no suelen visitar por desconocimiento. Son bastante más pequeñas que las de Roma —1,7 kilómetros de galerías—, en parte porque fueron excavadas principalmente a finales del siglo XVIII, pero en cambio se conservan muchos más osarios a simple vista: se cree que en las catacumbas de París se conservan los esqueletos de unos seis millones de personas. La visita principal se realiza por la entrada del 14º arrondissement de París (en la place Denfert-Rochereau). El precio de entrada oscila entre los 3 y los 8 euros en función de los descuentos y edad de los visitantes. Algunas de las salas y los túneles se pueden inundar a lo largo del año y es muy fácil perderse por las laberínticas galerías de las catacumbas de París —de hecho, los miembros de la resistencia francesa usaban estos túneles para evadir el control de los alemanes en la II Guerra Mundial—. Como dato curioso, la mayoría de las paredes de las galerías y de los techos están pintados con grafiti realizados entre los siglos XVIII y XX.
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Las catacumbas de Lisboa se construyeron en el siglo I a.C. por orden del emperador Augusto, pero quedaron enterradas en el olvido hasta el terrible terremoto de Lisboa de 1755, fecha en la que ciertas partes de las catacumbas quedaron al descubierto. Las investigaciones referidas a las catacumbas durante el siglo XX lograron probar que las galerías fueron empleadas por los cristianos primitivos como lugar de enterramiento y de culto. Antiguas leyendas cuentan que las galerías estaban pobladas por seres extraños y por personas que hablaban extrañas lenguas. Las catacumbas de Lisboa solamente abren tres días al año, pero nunca en fechas fijas, ya que se encuentran inundadas en gran parte y es necesaria la actuación de los bomberos para visitarlas. El Ayuntamiento de Lisboa anuncia todos los años la apertura de las catacumbas al público, normalmente en el mes de septiembre.
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Otras catacumbas famosas y que merece la pena conocer son la de la iglesia de San Francisco, en Lima (Perú), las catacumbas de Odessa (Ucrania), las catacumbas de Palermo (Sicilia) o las catacumbas de Tentecarreta (Córdoba). Se puede reservar el vuelo más hotel en Destinia.com.
Visitar las catacumbas de grandes ciudades europeas: un plan diferente en destinos turísticos tradicionales. Pero, atención: es necesario acceder a las catacumbas con guías experimentados ya que pueden resultar peligrosas.