Todos coinciden en señalar que una visita a Marruecos traslada al viajero hasta épocas pasadas, llenas de encanto y exotismo. Si existe alguna zona del país donde esa sensación se magnifica sin parangón, ese es el llamado Gran Sur, la frontera natural con el gran desierto del Sahara. Es en ese privilegiado escenario, propio de las Mil y una noches, donde se encuentra una de las rutas más auténticas y con más encanto de Marruecos: la desértica ruta de las mil kasbahs.
Pero antes de adentrarte en ella, debes detenerte a conocer Marrakech, también conocida como La Puerta del Gran Sur y entrada natural a esta sorprendente región de Marruecos.
Marrakech es por sí solo un importante destino turístico que merece la pena conocer. Conjuga en la justa medida lo tradicional y lo exótico y es un lugar ideal para impregnarse del Marruecos más auténtico, aunque también hay espacio para el estilo de vida moderno con sus famosas discotecas y sus centros comerciales.
El casco viejo, rodeado de imponentes murallas, está formado por la medina de Marrakech, que es Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Tras las murallas se esconde un mundo rebosante de vida donde un caos de peatones, bicis, carros y motos confluye sin estorbarse. La mezquita de Kutubía, el jardín de Majorelle –residencia de Yves Saint Laurent– y la plaza de Jemaa El Fna son las tres principales atracciones de la ciudad, especialmente la plaza de Jemaa El Fna. La gente acude a ella antes del anochecer y se mezcla con mercaderes, encantadores de serpientes y antiguos alguaciles. Surge una indescriptible atmósfera de cuento oriental. Disfrútala mientras saboreas uno de los mejores zumos de naranja que hayas probado en toda tu vida.
Desde la plaza se accede al mar de aromas y colores que es el zoco de Marrakech. En él se vende toda clase de mercancías y se estila el regateo: inicia la negociación ofreciendo un tercio del precio que marque el mercader y cierra el trato por el 50 por ciento del precio inicial. Eso sí, ármate de paciencia. Especias, artículos de cuero –las famosas marroquinerías–, dulces, textiles, joyas… Casi todo lo que imagines, podrás encontrarlo en el zoco de Marrakech.
La voz árabe «kasbah» se refiere a la fortaleza donde reside un gobernador, una palabra que en castellano derivó en «alcazaba». Es decir, se trata de la ruta de las mil fortalezas o ruta de las mil alcazabas y es una de las más agradables sorpresas turísticas de Marruecos.
Ait Ben Haddou. Foto: Annabel Symington, Wikimedia Commons (CC BY 2.0).
La ruta de las mil kasbahs comienza habitualmente en Ouarzazate, a unos 200 km al sureste de Marrakech. Antes de llegar, hay que hacer una parada obligatoria: la fortaleza de Ait Ben Haddou, que ha sido escenario de cine en películas como Lawrence de Arabia, La momia o Gladiador. Realmente espectacular.
Desde Ouarzazate, el siguiente destino suele ser Tinergir pasando por la kasbah de Taourirt y las abruptas gargantas del río Dades. Desde Tinergir, la ruta prosigue por las gargantas del Todra –tremendos desfiladeros cortados a pico que dejan sin aliento al viajero–, la curiosa ciudad de Rissani y la auténtica puerta del desierto: Merzouga. Cerca se encuentra la gran duna de Erg Chebbi, una de las fotos más típicas de quienes realizan este increíble viaje. Hay excursiones con guías locales para pasar la noche en el desierto –cena incluida– bajo un manto de estrellas y para disfrutar de amaneceres como el de la foto. Sencillamente, alucinante. Os dejamos un vídeo de la ruta que os dejará sin aliento.
Por cierto, la ruta de las mil kasbahs es una de las más deseadas entre los amantes de los todoterreno. ¡Todo un reto para las gomas y la reductora!