Lejos de las urbes, la Comunitat Valenciana esconde paisajes costeros y de serranía con un encanto histórico, natural y gastronómico sin parangón. Efectivamente, gastronómico. Si es arroz al horno, paella o cualquier manjar rústico lo que tienes en mente, apártalo: la alta cocina “de pueblo” es una constante en esta región. Así lo han demostrado sus chefs una vez más en la pasada edición de la Guía Michelín, donde revalidaron estrellas y volvieron a poner de manifiesto que con buen producto y creatividad no hay límite. ¿No nos crees? ¡Atento a estos maridajes idóneos para escapadas!
Denia y Quique Dacosta (***)
Comenzamos con la excelencia suprema: Quique Dacosta y su vanguardista cocina mediterránea –ubicado el restaurante en un edificio en consonancia –repiten, con tres estrellas. Desde sus inicios ha ido sumando platos icónicos a su haber, comenzando con la “gamba roja de Denia hervida al agua de mar” y terminando con, por ejemplo, el “socarrat de gambetas y ali oli”. Todos los años renueva su menú, y entre diciembre y febrero cierra sus puertas, momento que dedica para la investigación. Si eres un sibarita, este restaurante es idóneo para una huida de fin de semana invernal a las buenas temperaturas y a la tranquilidad: un paseo por el cabo de San Antonio y el Parque Natural Montgó pueden ser la desconexión que necesitas.
Daimús y Casa Manolo (*)
Cerquita de Gandía se ubica esta pequeña localidad costera, célebre tanto por sus arenales como por su fiesta de Moros y Cristianos. Y en este contexto relajado de chiringuito de playa emerge Casa Manolo. Subes a tomarte la caña de rigor después del baño y te encuentras con un sabrosísimo y marino menú del día por 18 euros, con un añadido inusual: una estrella Michelín. ¿Quién dijo que la alta cocina no está al alcance de todos?
Elche y La Finca (*)
Elche tiene otra Dama además de la bicentenaria e icono de la ciudad, y se llama Susi Díaz. Esta autodidacta, sin haber pisado nunca una escuela de cocina regenta desde hace 30 años su restaurante, La Finca situado a las afueras de la localidad, en una preciosa hacienda con diferentes espacios y una bodega exquisita. Su menú Tentaciones, se compone de 23 platos con aroma a Sorolla y ciertas pinceladas asiáticas: combinación ganadora. Un consejo si estás salivando: ¡Date un capricho!
Concentaina y L´Scaleta (*)
Palacios renacentistas y arquitecturas mozárabes definen Concentaina, un diminuto municipio de la serranía alicantina, cuya historia se remonta a las pinturas rupestres que alberga, declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1998. Y, en medio de tanta historia aparece L´Scaleta, un restaurante de carácter familiar que desde su nacimiento en 1980 ha ido innovando a través de la combinación de elementos autóctonos de mar, montaña y huerto. Una selección de vinos envidiable y unos menús a precio de “restaurante de carnaza”. Un viaje al interior de la Comunitat más que recomendable.
Ondara y Casa Pepa (*)
También en el interior alicantino se encuentra Ondara, tierra de paso para el Cid Campeador cuyos monumentos árabes como la Torre del Reloj son dignos de visitar. En esta apacible villa se erige Casa Pepa en una preciosa casa rústica –donde tal y como el equipo define– “tradición, trabajo y amor a la cocina, se conjugan con un toque mágico». Sobresalientes arroces melosos con estrella, la misma que tiene su sumiller para aconsejarte en los vinos de la región. ¡Albricias!
Vall d’Alba y Cal Paradís (*)
En este pueblecito de la comarca de La Plana de Castellón tiene su sede Cal Paradis. Amor por los arroces melosos, el cerdo y la tradición, este estrella Michelín tiene tres menús que se adecúan a paladares y bolsillos. El toque ecológico y el diseño funcional del espacio son otras de sus señas de identidad. Si visitas la provincia, déjate caer.
Xàbia y BonAmb (*)
Un litoral único y un fondo marino para amantes del buceo y el snorkel son algunas de los elementos icónicos de Xàbia. Un paseo para los sentidos como lo es la cocina de BonAmb, que linda con el parque natural de Montgó. Un enclave que completa la experiencia culinaria, donde la cocina tradicional con un sorprendente toque contemporáneo es una constante. El nombre en sí mismo –es una contracción de Bon y Ambient– ya es un guio importante.
Foto de portada de Kent Wang (Flickr).