El próximo sábado 23 de abril se celebra el Día de Aragón, tierra media regada por el Ebro, de costumbres y construcciones milenarias. Si eres de los que se pregunta si Teruel existe, esta es tu oportunidad de quedarte boquiabierto con los maravillosos pueblos de la región.
Albarracín
Comenzamos con el favorito de todas las listas. En la provincia de Teruel entre los Montes Universales se erige esta pequeña villa medieval plagada de monumentos: el Palacio Episcopal, la Catedral, la iglesia de Santa María y mansiones señoriales como la de Monteverde o la de Julianeta. Esto, unido a su gran belleza la convierten en candidata a Patrimonio de la Unesco.
Valderrobres
También en la provincia de Teruel, a orillas del río Matarraña se encuentra esta pequeña localidad, cuyas edificaciones de interés más antiguas datan del siglo XII. Este es el caso de su imponente castillo. Merece la pena perderse por las estrechas y empedradas callejuelas, admirar el rosetón de la iglesia de Santa María la Mayor y probar un buen ternasco -cordero joven- asado.
Sos del Rey Católico
En el siglo X nació esta población ubicada al noroeste de Zaragoza. Recorrer sus calles te teletransportará a tiempos de “Isabel”: pasea por la Judería, inspecciona los murales góticos de la iglesia de Santa Lucía, fantasea con las alcobas de época del palacio de Sada, actualmente reconvertido a centro de arte dramático o imagina los intercambios en la Lonja, rebautizada como biblioteca.
Calaceite
Otra joya en la ribera del Matarraña. Su orografía y emplazamiento han propiciado que sus primeros asentamientos se remonten a la prehistoria, de cuando todavía se conservan yacimientos. La suma de elementos arquitectónicos islámicos, de la Edad Media , Moderna y Contemporánea hacen que explorar su patrimonio arquitectónico sea una verdadera delicia.
Barbastro
Barbastro es la capital del Somontano, área limítrofe entre los Pirineos y el desierto de Monegros. Cabe imaginarse lo especial del paisaje. Vaga por sus costanillas e impresiónate con la prominente catedral de Santa María de la Asunción, de estilo gótico, con el palacio de los Argensola o con la plaza de la Candelera, la más antigua de la ciudad. Otra parada de interés es el Museo del vino, un espacio modernista consagrado a la variedad somontana. En lo que a la culinaria respecta, no te marches sin degustar un plato de cardo con bacalao y otro de pollo al chilindrón.
Benasque
El Pirineo Aragonés manda. En Huesca, en la llamada comarca de Ribagorza, engarzado en plena montaña está este pueblo que combina a la perfección el atractivo de los deportes de invierno en un marco incomparable, con la monumentalidad del medievo. Además, su gastronomía también es digna de mención. Nada de marcharse sin catar las chiretas, una especie de morcillas de cordero, arroz, ajo y perejil.
Alquézar
Presidido por el colosal castillo Colegiata, con vistas a la comarca del Somontano, emerge este villorrío. Deambula por su casco urbano, fijando tu atención en la calle Pedro Arnal Cavero, antigua Calle Mayor; sorpréndete con su museo etnológico Casa Fabián y encarámate al mirador O Bicón, desde donde pondrás contemplar el cañón del río Vero. ¡Impresionante paisaje!