No se me ocurre un lugar que represente la Navidad mejor que Nueva York: el frío, la nieve, los árboles, las luces, las compras. ¡Lo tiene todo! Aquí, el tema comienza cuando todavía no has terminado de digerir el pavo de Acción de Gracias, en pleno Black Friday. A pesar de no ser yo fan en absoluto de tan señaladas fechas, lo soy de la iluminación y sólo eso hace que merezca la pena pasear por las avenidas hiperdecoradas, buscando los detalles más increíbles.
Quien haya nacido en los 80 como servidora, tendrá un recuerdo nítido de ese gran éxito de Blockbuster de 1992 que fue “Solo en casa 2, perdido en Nueva York”, con Macaulay Culkin como protagonista. Propongo empezar la ruta justo por ahí, en el Hotel Palace, ¡a lo grande! Aún tengo grabado en mi memoria el espectacular árbol de Navidad en el lobby. Actualmente, se puede entrar a visitar y merece mucho la pena.
Siguiendo el camino de Midtown y el Upper East, se encuentra el gigantesco y siempre emblemático Rockefeller Center. Es impresionante tanto el resultado final y la ceremonia de inauguración, como el despliegue de medios y estructuras para montarlo y desmontarlo.
Pero no todo es grandilocuencia. Como sucede con la ciudad, hay abetos de todos los tamaños y para todos los gustos: Bryant Park, Madison Square Park o Washington Square Park deberían de aparecer en tu lista.
Ver escaparates de tiendas, o lo que viene a ser window shopping, es una actividad obligatoria en vísperas de Nochebuena. Y, además es gratuita. Bloomingdales, la gama de lujo de los famosos Macy´s; los grandes almacenes Saks Fifth Avenue y el mismo Tiffanys que conquistó a Audrey Hepburn con sus diamantes, son los más notables. Cada año innovan y nunca defraudan.
Con tanto caminar y con tan bajas temperaturas te recomiendo que no despegues tu mano de un buen latte. Y, para retomar fuerzas durante la caminata nada mejor que un buen ramen. Sapporo en la calle 49 puede ser la opción perfecta: muy auténtico y barato. Recuerda que sólo se permite el pago en efectivo.
Dyker Heights, acá el locurón navideño hecho barrio. En las manzanas comprendidas entre las calles 83 y 86 y las avenidas 11 y 13, en pleno Brooklyn, se erigen casas residenciales cargadas de ornamentos luminosos con los diseños más locos que jamás hubiera visto. Se ve a los niños pequeños andar con la boca abierta. Y no exagero.
Esta tradición comenzó a en los 80 y a día de hoy se encuentra totalmente instaurada, hasta el punto de existir una competición de lucecitas y decorados. De hecho, el distrito está plagado de anuncios de empresas especialidades en dicha temática.
Otra estampa cinematográfica que todos tenemos grabada pese a no habernos subido a unos patines de esta clase en la vida. Por si decides poner en juego tu salud, puedes deslizarte por las archiconocidas pistas de Bryant Park y Rockefeller Center. Aunque la que te sugiero es mucho más auténtica y mucho menos turística, la de Prospect Park en Brooklyn. Asimismo, puedes aprovechar y darte un paseo por el parque que es precioso.
Como en todos los viajes, seguro que has dejado para el final lo que da más pereza: los regalos. Si quieres comprar algún detalle navideño los mercadillos de Bryant Park y Union Square son los mejores, aunque ya te advierto que estarán muy llenos.
Por desgracia, aquí no celebran Reyes –The Three Wisemen es como se conocen- aunque en Harlem sí hay una cabalgata, por si te entra la morriña.