“¿Hacemos turismo o viajamos, jefe? Viajamos, Biscuter, viajamos”. Escribía Manuel Vázquez Montalbán en su primera novela protagonizada por Pepe Carvalho, Tatuaje, y que hoy vive un renovado interés . En aquel libro, situado a mediados de los setenta, podíamos descubrir la belleza de las callejuelas y canales de Ámsterdam. Era la época en la que un barrio como el de Jordaan, trazado en 1612, por fin se reconstruía tras siglos de abandono. Hoy la situación ha cambiado un poco. La capital de los Países Bajos se ha transformado en un destino cultural de primer orden, donde más de cincuenta museos nos dan la bienvenida, y en el que locales de una modernidad triunfante campan a sus anchas al norte de la ciudad.
Desde Destinia te ofrecemos un pequeño recorrido por algunos de esos lugares que debes de ver en Ámsterdam, más allá del turístico barrio rojo. Además, te proponemos algunas recomendaciones fuera de las rutas más tradicionales, secretos de buen viajero y a los que un renovado Carvalho no podría poner un pero, aunque se lo propusiera con su habitual aire malhumorado.
Se la llama la Venecia del norte por sus más de cien kilómetros de canales y 1.280 puentes. Y así es. El agua de sus 165 canales se renueva cada tres días, un invento de ingeniería hidráulica que fue alabado por suecos e ingleses hace más de tres siglos. Lo más recomendable es decidirse por una de sus cuatro vías principales y disfrutar de todas las posibilidades que ofrecen. Una de las más bonitas y completas es la de Herengracht, también llamada Canal de los Señores, atestada de casas señoriales, tiendas de ropa y coffeeshops.
Y si hablamos de establecimientos de moda, no se puede pasar por alto el increíble ecosistema de mercadillos y tiendas vintage que inunda gran parte de esta primitiva villa. Entre la inmensa variedad de locales destaca la cadena Episode, con cuatro de las mejores tiendas del centro y con una relación calidad/precio imbatible. Que quieres hacerte con una gabardina Burberrys de los setenta, allí la encontrarás por menos de 20€;que lo que te apetece es conseguir alguna camiseta de fútbol antigua, también podrás encontrarla allí a un módico precio. Un paraíso para todo amante de las compras.
Visitar Ámsterdam y no acudir a su famoso mercado flotante de las flores (Bloemenmarkt) es como visitar Madrid por primera vez y no dejarse caer por El Prado. Un sacrilegio. Su creación se remonta a 1862 y desde aquella época siempre ha sido un referente en la venta de distintas plantas. Aunque es a partir de la década de los sesenta cuando se empieza a hacer popular como un fenómeno turístico de primer orden. Si vas a pasar unos días en la metrópoli, acércate el primero y decora el lugar donde vayas a quedarte con unos tulipanes frescos. Tu vista te lo agradecerá.
El horror de la Segunda Guerra Mundial y la tragedia que allí se vivió no deben olvidarse. Una manera de recordar lo que sucedió es acercarse a la Casa-Museo de Ana Frank, ubicado en la casa donde escribió su duro diario, cuando aún no había cumplido los quince años. La visita tiene un tiempo estimado de una hora y en ella podremos ser conscientes de muchas de las formas de persecución, discriminación y racismo, algunas de las cuales hoy todavía existen. La casa también guarda el diario original, que puede contemplarse, tras pasar por el lugar donde se escondió junto a otras ocho personas. De ellos solo sobrevivió su padre, que fue quien rescató el diario.
Los holandeses son conocidos por su pensamiento innovador y su practicidad. Una buena manera de darse cuenta de ello y disfrutarlo es acercarse al Museumplein, un gigantesco lugar que acoge sus galerías más importantes. Allí se encuentran el Museo Stedelijk, la pinacoteca municipal; el Museo Van Gogh, con una de las colecciones más grandes de pintura del genio holandés y de sus coetáneos; el Rijksmuseum, el Museo Nacional de Ámsterdam que aloja una importante muestra de Rembrandts, entre otros artistas de los Países Bajos; y el Museo del Diamante.
Ámsterdam es la ciudad de la libertad. Y un buen ejemplo es el Homomonument, un monumento que reivindica los derechos del colectivo LGTBI+. La creación consta de tres grandes triángulos de color rosa diseñados por la artista Karin Daan en 1987. La idea parte de una protesta llevada a cabo unos años antes, en 1970, cuando un grupo de activistas decidió reivindicar su causa poniendo una corona de laureles en el monumento de las víctimas de la II GM. Los activistas fueron detenidos y encarcelados. Tras su puesta en libertad se puso en marcha una campaña de donativos para construir la obra que ha llegado hasta nosotros.
Si algún día te apeteciera salir y conocer el ambiente nocturno, no lo dudes. De School es el sitio más molón de Ámsterdam y parte del norte de Europa. Esta antigua escuela, levemente adaptada para la fiesta y el baile, también cuenta con gimnasio, cafetería, sala de conciertos y exposiciones, y un restaurante muy cuco. En este último se puede disfrutar de un menú informal compuesto por tres, cinco y siete platos. Altamente recomendable.
Palacio Real de Ámsterdam.
Otro de esos lugares que deben visitarse obligatoriamente si estamos un fin de semana en la ciudad de las bicicletas es la plaza Dam. En ella se encuentran el impresionante Palacio Real, sede del Rey Guillermo Alejandro y la Reina Máxima; la llamada Iglesia Nueva o Nieuwe Kerk, que actualmente está desacralizada y es utilizada para montar exposiciones temporales de arte y fotografía; y, por último, el Monumento Nacional, recuerdo de las barbaridades de la Segunda Guerra Mundial y punto de encuentro durante el 4 de mayo de todos los holandeses.
Conocida por ser una de las comunidades de artistas más antigua y mejor conservada de Europa, Ruigoord también nos va a permitir disfrutar de la campiña que se encuentra a las afueras de Ámsterdam. Enclavada en un antiguo pueblo desde 1973, sus habitantes han podido desarrollar durante todo este tiempo un espacio de vida y trabajo que sorprende por su cuidada organización. Es recomendable visitar su página web y tomar nota de las diferentes performances, conferencias y exposiciones que celebran puntualmente cada semana.