Niños y vacaciones. Un dilema para las familias que hacen planes en verano pensando solo en la animación de los hoteles, los restaurantes con bufet o el solazo asegurado. Existen otras formas de disfrutar el verano en familia y viajar a Cantabria con niños es una opción de éxito garantizado.
Cantabria atrae cada vez a un mayor número de familias que buscan algo más que la oferta de playa y sol. Si es por playas, son de cinco estrellas, pero es que además están los paisajes -brutales-, la gastronomía -sin palabras- y una oferta de atractivos para los pequeños que es única en toda España.
Para concretar. Los imprescindibles de toda familia que viaje a Cantabria con sus hijos son cinco: el Parque de la Naturaleza de Cabárceno, el Museo Marítimo de Santander, la Neocueva de Altamira, la Península de la Magdalena y una lista de playas muy recomendables para menores.
El Parque Natural de Cabárceno es un recinto de casi 800 hectáreas en la que los animales viven en semilibertad. La pregunta habitual es: ¿Qué animales hay? La respuesta sencilla: todos los que un niño pueda imaginar… y que sean reales.
Son cerca de 120 especies que se pueden contemplar en plena naturaleza. Leones, tigres, rinocerontes, elefantes, jirafas, osos, gorilas, serpientes, águilas, cebras…
Lo primero que hay que saber si se visita Cabárceno es que debemos sacar las entradas con antelación e impresas y que los menores de 3 años entran gratis. Independientemente de la edad, el parque encanta a los niños, pero es por encima de esos 3 años cuando realmente aprecian tener tan acerca a animales tan imponentes.
El Parque Natural de Cabárceno se recorre en coche y se disfruta a pie. El plano de ubicación de los animales es muy sencillo de seguir y cada familia conduce hacia la zona que más le apetece ver. Cada “animal” tiene un aparcamiento para bajarse y verles desde las vallas de protección.
La medida justa para disfrutar de Cabárceno es un día. Pasar la mañana y la tarde en el parque para visitar todas o, al menos, las zonas más importantes del recinto.
Es recomendable recorrer la red de teleféricos que permite dar un vistazo general a todo el parque. Todos los animales tienen su encanto, pero las jirafas, los elefantes y los rinocerontes son impactantes cuando se ven de cerca. En cambio, las fieras como tigres y leones suelen causar algún desencanto porque a pleno sol suelen estar en actitud de descanso. Eso sí, cuando llega la hora de comer saltan como un resorte y en su mirada se aprecia la voracidad.
Es absolutamente imprescindible acudir al espectáculo de aves. Solo ese show ya justifica el precio de la entrada. Una exhibición con águilas, buitres leonados y milanos que sobrevuelan las cabezas del público a escasos centímetros y que dejan a todos boquiabiertos.
Los cuidadores lanzan un cebo en el centro de la pista y desde lo alto de una colina se vislumbra un ave rapaz que se acerca a toda velocidad, juega con las corrientes de aire y cae en picado para capturar su presa con una precisión sensacional.
En pleno centro de Santander se encuentra el Museo Marítimo del Cantábrico, que está enfocado como acuario y exposición histórica que repasa la relación entre el hombre y el mar.
A los pequeños, como es lógico, lo que más les va a seducir es el acuario, así que hay que bajar a la planta 0. Las enormes “peceras” contienen a especies que viven en el Cantábrico, así que el animal que capta la mayor atención de las visitas es el tiburón. Los niños se sientan frente a los cristales y quedan absortos con el ir y venir de los peces.
En el resto de plantas del museo se pueden observar desde los utensilios de pesca más rudimentarios hasta los más modernos equipos de navegación y sondeo de las aguas en busca de pesca.
Y en la cima hay premio. Un restaurante-terraza con unas preciosas vistas de la ciudad y el mar en la que realmente apetece sentarse.
El precio de la entrada es bastante asequible y merece la pena. Además es gratis para los menores de cinco años y entrada libre los domingos, así que es un plan de lujo para el fin de semana o para pasar una buena tarde si en Cantabria -que puede ser- se pone a llover.
Cuando uno está en Santander tiene que comer buen marisco. Los lugareños lo saben y frecuentan el Barrio Pesquero: el mejor producto y a un precio muy por debajo de los establecimientos más céntricos. Algunos restaurantes todavía conservan la tradición de cocinar el marisco con parrillas en plena calle. Una puesta en escena que a los pequeños les encanta.
Las cuevas de Altamira fueron descubiertas a mediados del siglo XIX y en 1985 fue incluida en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.
La visita es realmente interesante pero conviene saber que lo que el turista recorre es una réplica idéntica de la auténtica cueva. Es lo que llaman el Museo y Neocueva de Altamira, con las mismas pinturas, las mismas cavidades, el mismo todo. Desde el año 2015 existe una posibilidad de acceder a la auténtica cueva, pero los controles son muy estrictos y solo permiten acceder a cinco personas a la semana, así que no es un plan de niños. Para ir con menores está la neocueva.
Les fascina porque adentrarse en ese escenario con tanto misterio es una aventura y además hay visitas específicas para los pequeños. El recorrido es cómodo a través de unas plataformas bien iluminadas y lo único que se pide a la entrada es que los jóvenes no griten para no molestar a los otros grupos.
Si después de una jornada de mar en las espectaculares playas del Sardinero, los niños quieren hacer algo diferente, la mejor opción es la península de la Magdalena. Tiene varios atractivos y son gratuitos, por lo que también supone un respiro para los bolsillos de las familias.
Lo primero que capta la atención de las familias que viajan con niños es el trenecito turístico que ofrece un recorrido de la península de la forma más cómoda y original. Un paseo en el que se explica la historia de la península sin tener que caminar. Ideal si los niños son especialmente pequeños.
El atractivo más conocido de la Magdalena –además del famoso palacio, donde se han rodado series de televisión como “Gran Hotel” – es el parque marino: una especie de zoo acuático al aire libre con leones marinos -que de vez en cuando sorprenden con sus sonidos-, las focas y los divertidos pingüinos, que pese a ser los más pequeños suelen ser los favoritos de los visitantes y pese a su gusto por las temperaturas gélidas se han adaptado perfectamente a Santander.
El Museo del Hombre y el Mar expone los tres galeones que cruzaron el Atlántico y al que los visitantes pueden acercarse para fotografiarse. No es posible entrar en ellos, pero igualmente fascina contemplar sus estructuras desde el suelo.
El broche de la visita es la campa de la Magdalena. Se trata de un amplio descampado que en su día sirvió para jugar partidos de polo y ahora alberga todo tipo de conciertos. El parque tiene columpios para que los niños se esparzan con total libertad o para sentarse en la hierba a descansar.
Aunque la fama del Cantábrico es la de tener aguas frías y bravas, lo cierto es que a lo largo de la costa se pueden encontrar playas inmejorables para ir con niños: con arena de sobra para estar cómodos y una aguas calmadas y de poca profundidad para poder disfrutar del mar sin ningún peligro.
La localidad de Isla –en Arnuero- cuenta con las playas de la Cava, el Cándano, Los Barcos o El Sable. Algunas están condicionadas por la marea, que las cubre y las hace inaccesibles, pero cuando el agua baja son espectaculares. De hecho, al tener tan poco oleaje, la temperatura es superior a la habitual en el Cantábrico. Bañarse es muy placentero, hasta para los más frioleros.
La playa de Tregandín, en Noja, se caracteriza también por un oleaje muy suave, unas aguas muy claras y una extensión de casi tres kilómetros para poder jugar sin molestar a nadie. Espacio de sobra para que los pequeños hagan todo lo que se le ocurra sobre la arena.
En estas sugerencias no puede faltar la playa del Sardinero: la playa por excelencia de Santander y Cantabria. Por dimensiones, por servicios o por los espectaculares jardines de Piquío el Sardinero es una apuesta segura. Al tratarse del principal destino turístico de Cantabria, las playas están también perfectamente adaptadas para niños: aseos y juegos.
A la lista se podrían sumar montes que parecen sacados de postales, los mejores alojamientos rurales y todo tipo de actividades en la naturaleza, pero ese nuevo ranking es mejor que lo elabore cada viajero con su experiencia personal.