Cambrils es una de las ciudades de la Costa Dorada más apetecibles para visitar tanto en Semana Santa como en verano. ¿Su atractivo? Es un lugar ideal para comer bien, pasear y huir de los multitudinarios destinos de la zona para turistas extranjeros.
Cambrils es una de las ciudades de la Costa Dorada más apetecibles para visitar. Su fuerte reside en ser un destino atractivo para familias pero también lo es para parejas y grupos de amigos que buscan tranquilidad y desean tener experiencias gastronómicas de calidad. Prueba de ello son sus restaurantes y un paisaje marítimo que puede recorrerse paseando o haciendo running. Conozco Cambrils desde hace 20 años; parte de mi familia vive allí y fue el lugar en el que tuve mi primer trabajo siendo una adolescente. Lo visito, como mínimo, una vez al año; lo cual me ha hecho ser partícipe de su desarrollo urbanístico cocido a fuego lento.
En estas dos décadas, han aumentado las esloras de los barcos amarrados en el puerto, sus calles (tanto en el puerto como en el pueblo) han ensanchado sus aceras y estrechado sus carreteras. Prueba de ello es, por ejemplo, el casi omnipresente carril bici y varios parkings subterráneos cerca de la playa y las zonas comerciales y peatonales del puerto.
Al igual que el paisaje urbano ha evolucionado, su oferta de ocio y restauración también lo ha hecho mediante dos estrategias: la consolidación y la mejora. Prueba de ello, es esta lista de restaurantes, bares y cooperativa en los que converge la tradición con la renovación.
(Si después de leer el texto completo además de hambre te entran ganas de visitarlo, aquí tienes unas sugerencias para hospedarte).
Cataluña es uno de los lugares de nuestra geografía con más tradición ‘vermutera’. Así lo demuestran el famoso vermut de Reus, como el de la marca Miró, o el facturado en Barcelona: Morro Fi. Conscientes de que el aperitivo es un gesto tan sagrado para algunos como ir a misa todos los domingos, La casa del vermut abrió sus puertas en Cambrils (y en Tarragona) para revitalizar la costumbre de compartir charla alrededor de una copa de vermut con el mar de fondo. Lo más atractivo de esta propuesta con la que hacer hambre antes de sentarse a comer es que puede degustarse en cuatro variedades: rojo (o negro), rosado (en auge estos últimos años), blanco, sin alcohol (el cual se macera en vez de fermentarse) y en formato de granizado. Pero hay más. Las conservas y las patatas fritas son las otras grandes estrellas de este lugar cuyo logo ha sido reinterpretado por Kukuxumuxu.
Dónde: Paseo Miramar, 8
Si después de visitar La casa del Vermut quedan ganas de seguir bebiendo y charlando, la parada obligada es el Club Naútico de Cambrils fundado en 1964 que cumplió su medio siglo de vida el pasado 2014. En su versión de bar de tapas (espacio Barlovento), su terraza con vistas al puerto y a la playa se erige el lugar perfecto para divisar el skyline marinero (playa, puerto y faro) y compartir unas raciones al aire libre o hacer hambre como antesala de la visita a su restaurante en el que el pescado, el marisco y el arroz son las ofertas más potentes de su carta. Su academia naútica y su escuela de vela son otros dos de los atractivos del club cuyas instalaciones acogen regatas, torneos y campeonatos.
Dónde: Paseo Miramar, 5
El Pósito
Las colas que se formaban, durante horas, para acceder a este restaurante eran dignas de ver y las caras de toda mi familia al contemplar semejante performance callejera se debatían entre el asombro y la alegría por el éxito comercial del restaurante. La primera sede de El Pósito, abierta hace más de 45 años, se encontraba en la Plaza del Pósito de Cambrils (antiguo edificio del Pósito de pescadores); pero en 2004 (hace 13 años) el edificio se derrumbó y cambiaron su ubicación a la Plaza Mossèn Joan Batalla. Su gran atractivo siempre ha sido cocina marinera basada en lo que se compraba a diario en la lonja. Y es que, durante décadas este lugar fue el punto de encuentro de pescadores de Cambrils. Son los reyes de las raciones, de los timbales de fritura variada, de las mariscadas y de los arroces. Ideal para acudir con amigos a los que les gusta comentar cada bocado entre trago y trago de vino blanco bien frío.
Dónde: Plaça Mossèn Joan Batalla, 3
Cheers
Para todos esos seres humanos que a veces están de antojo y pasan olímpicamente de la cocina local, Cheers es el lugar al que acudir si el paladar pide proteínas en forma de hamburguesa o costillas de cerdo a la barbacoa. El logo del restaurante es un indio apache con un gran penacho de plumas que advierte lo que se encontrará el comensal nada más cruzar la puerta: un local de marcada decoración estadounidense en el que se respira un american flavor realmente verosímil. Pero no solo de carne vive el hombre. Y es que, este también es el lugar ideal para ver partidos internacionales de fútbol mientras se toma una cerveza bien fría.
Dónde: Roger de Llúria, 20
Si lo que a uno le pide el cuerpo es una buena carne a la parrilla, este es el lugar en el que sucumbir al antojo. Y si el antojo llega cuando el sol ya se ha caído, nada mejor que hacerlo en su encantador (y famoso) patio con palmeras. Conviene reservar antes de plantarse allí a cenar o, si se prefiere la improvisación a la planificación, hay que tener en cuenta que puede haber hasta una hora de espera. Pero, ojo, no hay problema: su cocina abre hasta tarde. Y, si el horario no es un problema para el restaurante, tampoco tiene que serlo para ti si estás de vacaciones, saciar el hambre después de las 22:00 no es un problema y apenas te acuerdas de ese invento llamado reloj.
Dónde: Ramon Llull, 7
Pizzería Classic Duomo
Si durante el día el cupo de productos locales (véase pescado y marisco) ya está cubierto, nada mejor que dar un paseo al atardecer por el Casco Antiguo de Cambrils y hacer una parada de repostaje en la pizzeria Classic Duomo. Sería una aberración que no probases sus pizzas en el jardín del restaurante; que se diría una acogedora expresión mediterránea de vegetación, madera y ladrillo visto. Como colofón de la velada, nada mejor que un tiramisú o una panna cota con puré de frambuesa. Si crees que has cenado mucho, no te preocupes: el paseo post festín te aligerará el estómago.
Dónde: Creus, 1
Palabras mayores lo de este templo de la cocina mediterránea. Una estrella Michelín y dos soles de la Guía Repsol avalan su calidad. Su decoración elegante y distinguida (con la madera y la mantelería blanca como protagonistas) sienta a la mesa a quienes pueden permitirse la deliciosa langosta (“por encargo y con antelación” tal y como reza su carta) que recomiendan degustar entre dos personas y alguna de las 1.200 referencias que habitan en su bodega. Hasta la Infanta Cristina e Iñaki Urdangarín lo visitaban cuando vivían en Barcelona.
Dónde: Jaume I, 19
Es otro de los santuarios gastronómicos de Cambrils desde 1977. Da gusto verlo lleno de gente disfrutando cada uno de los esplendorosos pescados, mariscos y arroces de su carta. También hay menús y ofertas gastronómicas temáticas. Las cristaleras del local (a pie de calle) ejercen como ventana indiscreta para los viandantes que van de un lado a otro del paseo marítimo dejando ver a los comensales y a una decoración a base de marinas y faroles. En su bodega, las protagonistas son las 250 etiquetas que ofrecen al comensal entre vinos y licores. Y, todo esto bajo el ala de un sello familiar que despliega su saber hacer en cada una de las dos plantas del restaurante.
Dónde: Consolat de mar, 66.
La Jijonenca – Antonio Sirvent
Con el helado como rey, la horchata como emperatriz y el turrón como duque La Jijonenca – Antonio Sirvent ha elevado los productos dulces (y autóctonos) el manjar para dioses. Ambas casas (la Jijonenca con helados y Antonio Sirvent con turrones) son líderes en el sector desde hace varias décadas. Sus dulces, tanto en formato líquido como en formato sólido, se han ganado su fama por derecho propio. Por eso, un paseíto después de la comida o la cena hasta su heladería es una peregrinación necesaria en la que se te hará la boca agua. Ni que decir tiene que merendar es la excusa perfecta si después de comer hay más sueño que hambre.
Dónde: Consolat de mar, 44.
Xiringuito Marino en Playa Horta de Santa María
Nada mejor que visitar una playa de noche si durante el día la lucha por un trozo de arena ha sido entre ardua y calurosa. Y si encima hay hamacas y sombrillas de brezo para recostarse mientras se saborea una copa o un cóctel, mejor que mejor. Esto es lo que propone el Xiringuito Marino que también ofrece una buena oferta gastronómica local para comer y cenar. Pero volvamos a lo importante: la hidratación espirituosa y los placeres que ello conlleva. Casi es de obligado cumplimiento llevarse una rebeca o una sudadera (la brisa marina baja los grados) y quitarse los zapatos antes del primer sorbo. Porque después del último: alea jacta est.
Dónde: Playa Horta de Santa María.
Cuentan que en 1902, con el siglo XX apenas inaugurado, la actividad de la cooperativa de Cambrils comenzó su andadura. En 1940 gestaron una primera cosecha de arbequinas y, casi treinta años después (en 1969), se puso en marcha la producción de hortalizas y verduras. Cifras aparte, sería una verdadera pena que te fueras de Cambrils sin (por lo menos) una botella de este oro líquido que llevan produciendo desde el siglo pasado el cual se distribuye bajo dos etiquetas: Aragem y Mestral. ¡Hasta tiene un premio este aceite! En 2014, fue elegido por Alimentos de España (reconocimiento que otorga el Ministerio de Agricultura) como el mejor del país. Mejor esto que un imán, ¿no?