Jordania es un destino turístico abrumador. A medio camino entre oriente y occidente el ritmo de su capital es frenético, el silencio de sus desiertos es sobrecogedor y a pesar de las hordas de turistas, es de esos países que se te quedan grabados en la retina y en el corazón. Si estás dispuesto a abrir tu mente y te mueres por saber qué ver en Jordania más allá de la mítica Petra, sigue leyendo porque el Reino Hachemita te espera con los brazos abiertos.
La capital de Jordania es caótica, bulliciosa y, sobre todo, llena de vida. Sus cafeterías están a rebosar de jordanos que sorben un café con cardamomo extremadamente potente, los grupos de jóvenes se reúnen en el antiquísimo teatro romano como si fuera la plaza del pueblo y los turistas se agolpan en los restos arqueológicos de la Ciudadela para captar desde el punto más alto de la ciudad la mejor panorámica.
Amán esconde zocos, mezquitas y palacios omeyas que podrás visitar si te armas de paciencia frente a los míticos atascos que esta ciudad sufre a diario. Los semáforos no existen y te avisamos de que en hora punta puedes tardar más de una hora en recorrer la escasa distancia que hay desde tu hotel hasta la las afueras de la ciudad. Los viernes el tráfico es algo menor, pero tampoco esperes milagros. Después de todo, estás de vacaciones. ¿Tienes prisa?
Y hablando de milagros, ¿sabes que Jordania forma parte de la llamada Tierra Santa? En su territorio se pueden visitar numerosos enclaves bíblicos como el Monte Nebo, la cueva de Lot y el lugar donde Jesucristo fue bautizado. Éste último se encuentra en la orilla del río Jordán que hace de frontera natural con Israel. Y resulta, como mínimo inquietante, acercarte hasta el agua para llenar una botella a modo de souvenir, mientras a escasos diez metros un par de soldados israelíes te vigialn, metralleta en mano, para que no se te ocurra cruzar los límites.
¿Puede haber algo más surrealista en esta escena? ¡Claro que si! Porque mientras tu terminas de llenar tu botella para marcharte sin hacer ruido, en la orilla opuesta hay personas que se sumergen en el Jordán para tomar el bautismo. Y esto también, no podía ser para menos, bajo la atenta mirada de otros tantos militares.
Petra es sin duda uno de los grandes atractivos que ver en Jordania, pero el desierto de Wadi Rum no le va a la zaga. No en vano también es Patrimonio de la Humanidad. Una duna rosa, otra blanca, otra amarilla y en medio de esta estampa, un grupo de beduinos a camello recortados sobre el cielo azul. ¡No dudes en acercarte a ellos! Te abrirán las puertas de sus jaimas, te ofrecerán el té más caliente y delicioso del mundo y al caer la noche vestirán sus chilabas para bailar contigo. Te tratarán como si te conocieran de toda la vida y te acompañarán al mejor lugar del desierto para disfrutar de atardeceres como éste:
Conocida como la Pompeya de Oriente, esta espectacular decápolis es una de las mejores ruinas romanas que ver en Jordania. Avenidas, templos, columnatas y hasta saunas en tan buen estado de conservación que pensarás que estás haciendo un tour por la mismísima Italia. ¿Lo mejor de todo? Jerash no es un destino masificado por lo que podrás hacer unas fotos de película sin tener que borrar a intrusos con Photshop. ¡Cuidado Roma, que tienes competencia!
No podemos negar que gran parte de Jordania es desierto, pero las zonas con agua que tiene son para quitarse el sombrero. No te puedes perder la experiencia de flotar cual boya en el Mar Muerto. Déjate caer hacia atrás sobre sus cálidas aguas y siente el aluvión de minerales que recorrerá cada poro de tu piel. Pero ¡que no te caiga una sola gota ni en la boca ni en los ojos! Porque este agua es taaaaaaaaaaan salada que amarga y puede causar graves irritaciones.
Para rematar tan relajante experiencia, anímate a cubrir todo tu cuerpo con los barros terapéuticos que encontrarás fácilmente a la orilla. Te dejarán la miel más suave e hidratada que la de un bebé. Un consejo: si puedes, hazte con una botella para llevártelos a casa y aplicártelos tras una larga jornada laboral. ¡Mano de santo!
Petra es sin duda el monumento más espectacular que ver en Jordania. Patrimonio de la Humanidad por derecho propio todo lo que te hayan dicho de ella es se queda corto. Porque Petra es muchísimo más que la fachada de El Tesoro que popularizó Indiana Jones en su última cruzada. Como muchísimos son también los turistas que la visitan, las decenas de calesas que se cruzarán en tu camino, los camellos que se detendrán en medio de la mejor de tus fotos y los puestos de souvenirs que encontrarás en cada esquina.
Y a pesar de todo ello, Petra merece mucho la pena. Porque es historia en estado puro, porque sus colores te atraparán desde el primer segundo y porque solo perdiéndote en sus desfiladeros entenderás por qué es una de las maravillas del mundo.
Por acoger al visitante en sus jaimas, por ser un ejemplo de hospitalidad, por el mejor té del mundo y por fotografías tan chulas como esta. ¡Mil gracias!