Facebook Twitter Pinterest Linkedin Google + Email Whatsapp Telegram

Empecemos dando unos cuantos datos. Sanlúcar de Barrameda se encuentra en el extremo occidental de la Península, muy cerca de Jerez de la Frontera, a unos 30 minutos en un autobús de línea que hace el trayecto sin paradas. Su población es de 70.000 habitantes, cifra que se suele duplicar en los meses de verano. La pequeña metrópoli tiene la peculiaridad de acoger más de 20 conventos en su interior, ya que fue uno de los lugares desde donde partían al Nuevo Mundo los misioneros de las diferentes congregaciones. Lo curioso es que algunos de estos espacios se han transformado en bodegas en estos dos últimos siglos. A esta curiosa mezcolanza hay que añadir cientos de bares, tabernas y tabancos –antiguos establecimientos de venta de vino con su tapa del día, la versión andaluza de los guanchinches tinerfeños o los furanchos gallegos– diseminados por callejuelas y plazas. De esta manera nos encontramos con una combinación realmente singular, a la que acompañan un clima y una oferta gastronómica inmejorable. Visitar Sanlúcar es todo beneficio, también para el bolsillo, como vamos a poder comprobar.

 

09:00  

#cocinamos @mercatsbcn

Una publicación compartida de Àgata Albero Miralbell (@agata.albero) el


Regla básica del buen viajero: dejarse caer por el mercado de abastos de la ciudad si es que lo hubiera. Y esta vez estamos de enhorabuena. Sanlúcar cuenta con una de las lonjas más ricas y completas del sur de España. En ella podemos encontrar una variedad imposible de superar: pescaderías donde las galeras de coral, las acedías de arrastre y los tapaculos imponen su ley. En lo que a tierra se refiere, el mercado está repleto de productos de huertas próximas, como las famosas papas sanluqueñas y los riquísimos alcauciles (alcachofas). Y de irresistibles dulces traídos del convento de Regina Coeli: bocaditos de San Antonio, carne de membrillo, alfajores, coquitos, sultanas, pastitas de San Ana. Si se quiere probar el género in situ, el bar del mercado se encarga de cocinarlo por el módico precio de 2€.

 

11:00


Tras dar una vuelta por el mercado y tomar algún bocado, nos desplazamos al Palacio de los Infantes de Orleans y Borbón, una construcción de estilo neomudéjar de finales del siglo XIX, actual sede del Ayuntamiento de la localidad. Traspasar la entrada del edificio nos va a permitir admirar un deslumbrante jardín botánico poblado de dragos centenarios, naranjos chinos, palmeras importadas de América, cipreses y valiosos árboles del amor. El espacio fue diseñado por el jardinero francés Lecolant, quien antes se encargó del parque sevillano de María Luisa. Desde la azotea se puede divisar la espectacular desembocadura del Guadalquivir y parte del Coto de Doñana. Es importante acceder al lugar antes de la 13:30, ya que por las tardes permanece cerrado.

 

12:00

La importancia de la casa de los Medina Sidonia se aprecia en cada rincón de Sanlúcar. Uno de los ejemplos más claros es la Parroquia de Nuestra Señora de la O, iglesia mayor de los sanluqueños. Esta construcción está vinculada a Guzmán el Bueno, militar leonés y uno de los responsables de que la Reconquista fuera a buen puerto en la región del sur. Sus descendientes, los duques de Medina Sidonia, fueron ampliando el templo original, de estilo mudéjar, hasta convertirlo en una curiosa mezcla arquitectónica, de la que destaca su torreón renacentista. Es obligatorio visitar su interior, a ser posible con alguna de las voluntarias que estén enseñando la iglesia, verdaderas conocedoras de la historia del lugar y sus conexiones. Se puede ver solo por las mañanas o en horario de misa.

 

13:00

Una publicación compartida de Daniel (@dluquem) el


Las Bodegas Barbadillo se ubican en la parte alta de la ciudad. Acercarse hasta allí supone recorrer calles blancas, estrechas y de muros altos. Y permite disfrutar de su singular arquitectura, plagada de palacetes, bodegas y conventos. Barbadillo se ubica en un gigantesco recinto, con calles propias, casas donde pernoctaban los trabajadores y diferentes espacios donde nacen sus distintos vinos. El más impresionante es la catedral, donde la manzanilla se va elaborando con su particular sistema de criaderas y soleras, tiene una altura de casi veinte metros. Visitarla es impregnarse de la historia de Sanlúcar y de un modo de vida diferente, anclado en el tiempo. La asistencia incluye visita a su divulgativo museo del vino y una cata, en la que podremos distinguir las diferencias entre una manzanilla, un fino, un amontillado o un oloroso. Abre todos los días de 10:00 a 15:00. El precio de la visita guiada con cata es de 10 euros.

 

14:30


Hora sagrada; hora del tapeo. Ya que nos encontramos próximos al Barrio Alto, nos vamos a dejar caer por algunos de los bares más típicos de Sanlúcar: Los Aparceros. Esta taberna fundada en 1959 se distingue por su insustituible barra de zinc, su manzanilla Gabriela de barril y la omnipresente Cruzcampo –tienes que probar el ajo caliente que suelen poner de tapa–. A su lado se encuentra El Arquillo, otra tasca de la zona donde destacan las frituras –chocos, acedías, salmonetes, boquerones, tortillitas de camarones– y los guisos. ¡Pregunta por los del día!

 

16:00

#lunch at #tabernacabildo #sherrysquad

Una publicación compartida de EDTC (@chroniclesofclovis) el


La tarde queda libre para recorrer las diferentes plazas del centro de la villa. En la plaza de San Roque y la plaza del Cabildo se localizan algunas de las tabernas más conocidas y visitadas de Sanlúcar: Casa Balbino y Barbiana. Locales de culto donde hay que probar las huevas aliñás, las ortiguillas y su insuperable manzanilla. Si caminamos hasta antigua plaza del Pradillo descubriremos la estrecha vinculación de Sanlúcar con América: palmeras, araucarias y una fuente de 1858, donada por el duque de Montpensier, responsable del palacio de los Infantes de Orleáns. En una de las esquinas de la plaza se encuentra el Bar Ramírez, especializado en chacinas ibéricas de Cumbres Mayores (Huelva). Un verdadero oasis en esta localidad costera.

 

19:45


Pero a Sanlúcar hemos venido a probar sus manjares marinos. Y, probablemente, Casa Perico sea el mejor lugar para ello. Con unos precios sin competencia –tapas alrededor de tres euros y raciones de seis euros– y con un producto único, lo que es decir mucho en una urbe donde no faltan bares y restaurantes especializados en crustáceos y frituras variadas. Sin embargo, este local regentado por Pedro Hidalgo ofrece un producto de temporada exquisito: salmonetes, acedías, tapaculos, choco frito, temblaera, chova en adobo, coquinas de la costa, gambas fritas y un singular cangrejo de lunares llamado cajeta. También destacan los guisos caseros como el rabo y la carne de toro, los platos de caza en temporada (venado, jabalí) y la raya a la naranja agria. Para acompañar, manzanilla de barril La Cigarrera, bodega que data de 1758. Todo aquí es historia.

 

21:00


La jornada debe ir terminando. Ya hemos hecho una pequeña incursión en los diferentes generosos que ofrecen algunas de las bodegas sanluqueñas, pero esta vez nos iremos a uno de las tabernas especializadas más prestigiosas. La Taberna Er Guerrita, templo del vino en la localidad, fundada en 1978 y negocio familiar que en la actualidad regenta Armando Guerra, enólogo e hijo de Er Guerrita original. Lo singular de este establecimiento es que ha mantenido toda su esencia, pero se ha actualizado con propuestas de catas, concursos y vinos más modernos, en los que los propios viticultores acuden a presentarlos y a explicar sus características. Se puede seguir toda su actualidad vía Facebook. Armando, además, se ha incorporado recientemente como director de alta enología de Barbadillo, lo que le permite hacer sacas especiales o buscar botas perdidas entre las más de 65.000 con que cuenta la centenaria bodega.

23:00


Toca descansar. Regresamos al hotel Los Helechos, una casa de aspecto señorial reformada en 1987 y que mantiene toda su esencia, muy próxima a la plaza del Cabildo. Con un deslumbrante patio, muy propio de la mayoría de viviendas sanluqueñas, poblado de plantas, azulejos, grandes maceteros y juegos de agua. Su planta superior, acondicionada a modo de terraza, muestra todo el potencial de la ciudad, que a esas horas continúa en plena ebullición. Pero la noche, el cante y sus diferentes personajes quedan para otro día. Por hoy,suficiente.

Facebook Twitter Pinterest Linkedin Google + Email Whatsapp Telegram

Acerca del autor

Escribo sobre cultura y gastronomía en El País, El Diario y Madrid Diferente. Presento, junto a José Manuel Costa, el programa Retromanía en Radio 3 Extra y comisario el festival de música Electrónica en Abril, en La Casa Encendida. Nací en 1980 en el Alto de Extremadura, al otro lado del Manzanares. Ni céntrico, ni periférico. Soy malo poniendo acentos.

Artículos relacionados