Si eres “semanasantero”, ¡aquí podrás disfrutarla todo el año! Sí, si. Creado en 1957 por la Junta Pro Semana Santa de la ciudad acoge un gran número de pasos procesionales de las cofradías zamoranas. Como zamorana exiliada que no ha podido vivir la Semana Santa en los ultimos 4 años, he de reconocer que la última vez que estuve fue lo primerito que fui a ver. Si te animas, a la salida lo que probablemente te pida el cuerpo sean unas sopas de ajo o almendras garrapiñadas: ¡lo más típico tipiquísimo de tan santos días!
Recientemente ampliado, este bonito edificio modernista funciona actualmente como centro cultural. La obra no deja indiferente: es impresionante ver el contraste del nuevo volumen desde la orilla del río. Entre su programación se puede encontrar teatro clásico, obras contemporáneas, espectáculos de ballet, así como, cine y opciones para los más pequeños. Si vas a alargar la estancia en Zamora, ¡échale un vistazo a la web! Además, tiene una cafetería y un mirador al Duero que merecen una parada.
Durante una semana en junio, y coincidiendo con las ferias y fiestas de San Pedro –una de las fiestas grandes de Zamora– tiene lugar la feria del ajo. Así se las gastan en la capital del Duero, manteniendo a los vampiros a raya desde el siglo XIX . Se premia anualmente la ristra de mayor peso, la cabeza mayor y el mayor número de ristras. Coincide junto con la de la ceramica, otro imprescindible de la villa.
Siendo Zamora una ciudad que puede presumir de ritmo tranquilo de vida, puede llegar a ser estresante –y mucho– el hecho de pedir pinchos morunos en Los Lobos. Así se denomina la zona de tapeo que debe su nombre al bar homónimo, famosísimo entre los autóctonos. Entre gritos de que cuantos sí (pican) y cuantos no –entre tú y yo, en realidad no pican tanto– hay que desarrollar un poco de picaresca para hacerse hueco. ¿Consejo? ¡Cómelo en la calle como un verdadero zamorano!
Un paseo por el Casco Viejo -donde te recomendamos que te hospedes– hasta la Catedral te va a descubrir un sinfín de iglesias románicas y monísimas. El cimborrio de la catedral, con motivos escamados, es singular entre obras similares, y está ubicado junto al Parque del Castillo. Éste, recientemente, ha sido intervenido artísticamente y ahora acoge múltiples miradores y un recorrido por la obra escultórica de Baltasar Lobo.
Si lo tuyo es el vino no te puedes ir sin probar la especialidad de la comarca. Te sugiero para una buena cata pasar por el Hispano, tiene una gran selección además de buenísimas tapas –no me cansaré nunca de la pularda con mango– . El bar Viriato también es una buena opción.
Sí, sí. La biblioteca pública Claudio Moyano es visita obligatoria para amantes de la lectura y de la arquitectura. Concebida como un centro de arte-lugar de reunión, en ella se realizan regularmente exposiciones temporales y coloquios de lectura, así como actividades culturales y talleres. La selección de títulos es envidiable, y da gusto pasear entre los pasillos y contemplar sus obras de arte contemporáneo. Entre los años 1999 y 2002 fue ampliada y se rehabilitó el nuevo edificio que acoge el archivo provincial. El mirador junto a la entrada es una maravilla y si continúas recto el paseo, la Catedral te espera de frente.
Para amantes de los planes diurnos –vivan los vinitos y tapeo a mediodía–o lo contrario –tapeo de cena y copeteo posterior– la calle de los Herreros. Conectada con la Plaza Mayor, es una de las calles más concurridas en cuanto a ocio se refiere. Las mollejas de El portillo y los garbanzos con boletus de La sal son mi sugerencia gastro. En Semana Santa es popular el hacer ,o al menos intentar completarlo, un vía crucis: una consumición en cada local. Solo puedo decir al respecto: ¡Buena suerte amigo!
El turismo de recogida de setas es cada vez más habitual en Zamora. Si te decantas por pasar unos días en una casa rural, es una opción muy solicitada el acompañar el viaje con una ruta micológica guiada. ¡Con suerte podrás volver con una cesta llena de níscalos!
Densa y pesada como en las pelis de terror, la niebla zamorana acompaña durante todo el invierno y es la combinación perfecta un paseo por el casco viejo y el castillo con un posterior chocolate con churros en la Plaza Mayor -El Malu y El Lorenzo son los más emblemáticos para tal menester-.¡O un vinito, ya puestos!