Facebook Twitter Pinterest Linkedin Google + Email Whatsapp Telegram

Hace diecisiete años Julio Llamazares decidió emprender una tarea que en aquel momento parecía titánica: recorrer las 75 catedrales de España. En 2008 publicó la primera versión de aquel viaje por el norte. El libro se llamó Las rosas de piedra y trazaba un maravilloso trayecto por la geografía española, que iba mucho más allá del relato artístico o histórico, entrando de lleno en lo que cualquier viajero con algo de interés puede descubrir en los lugares que visite. Bajo la consigna de observar, pasear y preguntar, Llamazares ha continuado el camino emprendido y publica ahora Las rosas del sur, un tomo de más de seiscientas páginas en las que se acerca con enorme curiosidad y análisis sociológico a ciudades como Plasencia, Córdoba, Jaén o Almería.

En Destinia te damos las claves de este auténtico bestseller de la literatura de viajes y te destacamos siete de esas catedrales, acompañadas por extractos seleccionados de cada capítulo.

Alcalá de Henares

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Catedral Magistral de Alcalá de Henares, de los santos Justo y Pastor #Spain #NoFilter

Una publicación compartida de Mónica Quiroz ? (@monicaquiroz86) el

El escritor leonés comienza su segundo volumen en la capital. Lo hace describiendo a todos aquellos que pasean y se acercan a La Almudena. Le quita valor al templo madrileño, pues no encierra la historia, ni el pasado, de la mayoría de edificios catedralicios que aparecerán en sus páginas. Sin embargo, si tiene tiempo para detenerse en Alcalá de Henares. Allí, te recomendamos que no dejes pasar de largo su catedral, construida en el siglo XVI, y su impresionante portada isabelina. Si te preguntas porqué todos sus elementos parecen tan nuevos, la respuesta es porque fue quemada y saqueada durante la Guerra Civil.

“El guía tiene otra cosa que contar. Se trata de una particularidad que, proclama, hace a esta catedral única en todo el país —y, junto con la de Lovaina, en Bélgica, también en el mundo entero— y es que su condición de magistral, categoría que le otorgó el que, por sus ordenanzas, sus canónigos hubieran de ser también profesores —magistri— de la Universidad”.

 

Plasencia

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Noche Abierta en Plasencia

Una publicación compartida de Catedrales de Plasencia (@catedralesdeplasencia) el

La ciudad del norte de Extremadura, Plasencia, cuenta con dos catedrales, la vieja y la nueva. Las dos, prácticamente indistinguibles si no se presta suma atención. De la primera, situada al este, debemos fijarnos en su estilo plateresco y renacentista. Mientras que la segunda, al oeste, tiene interés por sus pequeñas dimensiones de templo románico primitivo. La portada de la nueva es, según Llamazares, “un derroche de fantasía” potenciado por el ocre de la piedra. Hasta allí se desplaza el escritor, no solo para pasear por el claustro románico del antiguo templo, sino también para visitar bares y plazas que se encuentran en sus alrededores.

La Plaza Mayor es uno de los secretos a voces de esta ciudad, en ese lugar el autor de La lluvia amarilla se detiene para ir desgranando cada puesto. Entre ellos, dos destacables, el del Tío Picho, un apicultor que intenta timarle, y el de Montserrat, con unos suculentos quesos de cabra y oveja. Llamazares habla en tercera persona en nombre del viajero y se desliza por las calles de Plasencia. Nos hace ver aquello que muchas veces pasa inadvertido.

“El viajero se entretiene en contemplar varios de los puestos nuevos. Hay uno de cencerros de latón, bruñidos, hechos a mano, para el ganado que tanto abunda en esta región, que le cautiva por su plasticidad”.

 

Cuenca

Vistas_Catedral_Cuenca

Llamazares habla de “la bellísima y remota Cuenca”. No es para menos, estamos ante una de las ciudades más monumentales del este peninsular, protegida por los ríos Júcar y Huécar y suspendida en el vacío. Su ubicación, en la serranía, hace que las vistas desde la parte nueva sean espectaculares, desde allí se puede disfrutar de un conjunto arquitectónico como pocos en Castilla La Mancha: cientos de palacios, conventos, casas nobles o torres están desperdigadas en un espacio diminuto de terreno.

La catedral llama la atención por su pórtico neogótico a medio construir, reemplazado tras derrumbarse una torre en 1902 e inconcluso tras no llegar a un acuerdo los que querían conservar una parte y los que deseaban demolerlo en su integridad. Una vista extraña y pintoresca que no deja de atrapar en todo momento

“Para ver la catedral hay que pagar. Nada más cruzar la puerta el visitante se encuentra con una verja y una cabina en la que una mujer joven ejerce de taquillera. Después de las catedrales de Albacete y de Ciudad Real, el viajero se había acostumbrado mal y le cuesta volver a aceptar un hecho que por desgracia se va extendiendo por España a imitación de otros países vecinos: el cobro por permitir la entrada a los templos”.

 

Valencia

Valencia_vistas_de_catedral

Valencia, exuberante por su huerta y su poderío urbano, desfila ante las páginas de Las rosas del sur con uno de los mejores ejemplos de gótico constructivo. Llamazares describe esta seu, como se la conoce popularmente, de punta a punta. Se detiene en el altar mayor, con un prominente cimborrio que deja pasar una luz que ilumina totalmente el presbiterio. Sin embargo, hay mucho mas: pinturas renacentistas realizadas por dos discípulos de Leonardo, un rosetón decorado con una estrella judía y la capilla del Cristo de la Buena Muerte, con una estupenda cruz de madera. Valencia y sus gentes circulan ante la atenta mirada del leones.

“Enfrente, ante una Virgen sedente, junto a la capilla del eje de la girola pero por fuera, otras tres mujeres rezan, a coro, muy sonrientes y, por lo que se las ve, felices; nada que ver con la de la reliquia de San Vicente, que continúa mirándola con gesto de repugnancia pero no se va”.

Busca tu hotel en Valencia para conocer la ciudad

 

Mallorca

Viaje por España a través de las catedrales de Julio Llamazares 2

Las catedrales del mar, podríamos decir, tomando prestado el título de la novela de Ildefonso Falcones (que estaba centrado en la catedral de Santa Maria del Mar, en Barcelona), son las protagonistas del undécimo viaje de Llamazares, que se desplaza por Menorca, Ibiza y Mallorca. Esta última isla es la que más atención le suscita. Y en ella, la villa medieval, que acoge el templo balear y el palacio de la Almudaina, es adonde debemos dirigirnos. La visita en horas donde el sol da de lleno permite disfrutar de un fabuloso caleidoscopio en su interior.

“Entre gaviotas y algún turista (la mayoría están dentro de la catedral), el viajero alcanza ahora la cabecera de esta, compuesta por tres ábsides, el del centro más sobresaliente, que por lo visto se explican por la megalomanía del rey Jaime II de Mallorca”.

Organiza tu escapada a Palma de Mallorca

 

Córdoba

Córdoba-mezquita

Las catedrales son como antiguos cuadernos de bitácora que nos cuentan cómo era el tiempo anterior. Llamazares las compara con las cajas negras de los aviones, artefactos que son capaces de mostrarnos lo que ha sucedido previamente. Córdoba es probablemente el ejemplo más claro. Y su catedral lo corrobora, pues visitándola podemos observar las sucesivas capas que diferentes civilizaciones han ido dejando hasta el día de hoy. Resulta fascinante leer Las rosas del sur y poder transportarnos a épocas distintas dependiendo de la sala o el ala en el que nos encontremos. Verdadera maravilla del presente, que evoca en todo momento el esplendor de la civilización omeya.

“Tras el control de puerta, el viajero, como todos los visitantes se enfrenta casi de golpe a la fabulosa imagen que ya conoce desde que siendo niño la contemplaba en los cromos junto con otras Maravillas del Mundo como el Coliseo de Roma, el Partenón ateniense, las pirámides de Egipto, el Taj Mahal indio o las cataratas del Iguazú”, sentencia el escritor.

Encuentra tu hotel en Córdoba

Jerez

 

Ver esta publicación en Instagram

 

Catedral de San Salvador, Jerez de la Frontera

Una publicación compartida de Antonio Fdez. (@antonio_piry) el

La fisonomía con la que Jerez sorprende a los caminantes no tiene ningún parecido con el de otras ciudades. Empezando por las catedrales. Aquí las hay dedicadas al culto a Dios y al vino. Así se llaman las bodegas centenarias del Marco de Jerez que alojan las míticas botas de fino, oloroso, amontillado y palo cortado. Sin embargo, Llamazares, en voz del viajero echa la tarde en contemplar los retablos y altares de la catedral. Sobre todo aquellos barrocos, los que decoran las dos naves del evangelio y que resultan más llamativos.

“Cae la tarde. Las luces de las vidrieras juegan con la catedral formando imágenes y transparencias a modo de caleidoscopios. Ocurre en todas las iglesias, pero en esta de Jerez, desierta completamente en este momento, la luz es muy especial, pues llega desde un Atlántico que no está muy lejos de la ciudad”.

 

Facebook Twitter Pinterest Linkedin Google + Email Whatsapp Telegram

Acerca del autor

Escribo sobre cultura y gastronomía en El País, El Diario y Madrid Diferente. Presento, junto a José Manuel Costa, el programa Retromanía en Radio 3 Extra y comisario el festival de música Electrónica en Abril, en La Casa Encendida. Nací en 1980 en el Alto de Extremadura, al otro lado del Manzanares. Ni céntrico, ni periférico. Soy malo poniendo acentos.

Artículos relacionados