Comentaba el crítico gastronómico Andy Hayler en el documental “Eneko Atxa, caricias de sabor” que lo que más le gustaba de la cocina de Azurmendi es que estaba muy alejada de lo que él denominaba “Harry Potter food”. Es decir, un adiós a esferificaciones y florituras vacuas y un canto al producto, su historia, cercanía y tratamiento.
En esto del amor al producto y la sencillez en la elaboración, gallegos y vascos son primos hermanos. Y hay ciudades, como Vigo, en los que el respeto por la tradición y una apuesta por ingredientes locales de calidad son la base de la reinvención hacia la vanguardia. A continuación, te dejamos algunos de los imprescindibles culinarios si vas de visita.
El boca oreja siempre funciona con la calidad. Y es así como esta pequeña casa de comidas de las afueras se ha consolidado como la alternativa “Estrella Michelín” sin “Estrella Michelín” de la que todo el mundo habla. Desde que Juan volvió a casa tras su periplo por restaurantes tan laureados como Casa Marcelo o Martín Berasategui, el local que lleva el nombre de su madre está revolucionado. Llama para reservar y pregúntale qué comer: el menú degustación varía según el día –aunque tiene algunos irreemplazables como el entrante de moluscos crudos, bloody mary y espuma de mar–, y oscila entre los 35€ y 40€; y si no te apetece, te dará una alternativa entre lo que vaya viendo en el mercado. ¡El descubrimiento del año!
¿Favoritos? Todo el menú degustación es delicioso: siete platos, de los que destacar la corteza de bacalao con mousse de anchoas, los chocos en su tinta o el postre, consistente en varias texturas de chocolate picantes y saladas.
Otro clásico de la ciudad escondido en la parte baja del barrio de Teis. No esperes encontrar una carta con precios, ni una decoración espectacular, pero sí a muchos señores de negocios cipotudos y políticos locales. Además de muchas fotos de Michel Salgado –si eres madridista estás de enhorabuena– poblando las paredes. El producto se compra al día y los camareros te cantan la carta. Las zamburiñas, las navajas a la plancha y algún pescado como el coruxo no suelen faltar. El ticket, dependiendo de lo que pidas, puede oscilar entre los 20 y los 50 euros.
¿Favoritos? Sus dos grandes hitos: el pulpo a la plancha y el arroz con bogavante.
Ochenta años lleva abierto este horno, uno de los mejores de la ciudad. Sus actuales dueños lo regentan desde hace más de 40 y se nota la dedicación que siguen poniendo en cada uno de sus panes: hogazas de maíz con pasas, artesanas, roscos de centeno… Aquí lo de la masa madre se sobreentiende. También hacen bollería, empanadas y algunas tartas. Absolutamente todo está delicioso.
¿Favoritos? La pizza de jamón y queso y las empanadillas fritas de carne.
En pleno barrio de Casablanca se encuentra este local de aspecto vanguardista en el que la cocina gallega y la peruana se entienden a la perfección. Y, si no, que se lo digan al ceviche de sargo o al carpaccio de chocos y chicharrón con tiradito amarillo. Además, tiene una amplia carta de vinos con variedades de toda la península.
¿Favoritos? Las croquetas de ají de gallina –te la ponen de tapa con la consumición– y el pulpo a la brasa con salsa de olivas.
¿Alguien sabía que el Cebreiro tiene una variante curada? O que en la provincia de Pontevedra se elaboran quesos que nada tienen que ver con la tetilla. En menos de un año este pequeño espacio ubicado en una de las calles más nobles de la ciudad ha logrado un excelente equilibrio entre referencias internacionales, nacionales y gallegos de producción limitada. Además, también tiene una zona para catas en grupo.
¿Favoritos? Pide el gamoneu que se elabora en la montaña, un asturiano con un sabor de lo más curioso.
En pleno Casco Vello de la Ciudad Olívica y con unas privilegiadas vistas a la Ría se encuentra esta taberna capitaneada por Antonio Guerra y Aitor Martínez. Éstos definen su cocina como “de autor con raíces gallegas e influencias de todo el mundo”. Y parece que la mezcla funciona a la perfección. Abiertos desde finales de 2014, han sido capaces de consolidar esas combinaciones imposibles para el paladar autóctono: ponzu con xurelos o lubina al estilo tandoori con frutas tropicales; acompañarlo de unas interesantes referencias vinícolas galaicas; y mantener unos precios más que populares –entre 15€ y 25€–.
¿Favoritos? Prueba los godellos con D.O. Valdeorras y las sardinas con ajoblanco: ¡un sueño!. ¿Y para los golosos? La falsa tarta de tetilla. ¡Ñam ñam!
Cuando los negocios se modernizan siempre asusta que pierdan su esencia. A Mina es la excepción que confirma la regla. Esta antigua taberna marinera es probablemente el más concurrido de todos los bares del Casco Vello –junto con O Porco del que te hablaremos a continuación–y con razón. Su receta es sencilla: marisco de la ría sólo de la época, cecina, chorizo ourensano al infierno, lacón, vermuts gallegos, ribeiros cosecheros… ¡Todo muy gallego!
¿Favoritos? Los berberechos –probablemente los más grandes que hayas visto nunca– y los sabrosos, picantes y también enormes, mejillones en salsa.
Otro de los grandes clásicos del Casco Vello. Con más de veinte años a sus espaldas sigue triunfando con su carta corta y carnívora, y también muy gallega: chorizo, jamón asado, lacón con grelos, empanada, cortezas… Regadito con Estrella Galicia de botellín o con ribeiro servido en cunca, unas pequeñas tazas en las que se sirve el vino tradicionalmente en las tabernas en Galicia.
¿Favoritos? T O D O, pero muy especialmente su caldo, que podría resucitar a un muerto.
Aunque esto sea una turistada, no se puede dejar de recomendar. Esquiva a los guiris de los transatlánticos y escoge entre todas las señoras de la calle a la que más te guste –media docena de ostras vale unos 8 euros aprox. –. Te las abren al momento y están deliciosas. Luego escoge la terraza que más te guste para comerlas y acompáñalas con un buen albariño.
¿Favoritos? Tomarte las ostras en la terraza del emblemático Hotel Bahía, nuestra favorita.
¿Qué hace un brasileiro cocinando sushi en Vigo? ¡Abrir un precioso local en el Casco Vello Alto y colarse en el top 10 de los mejores cocineros de esta disciplina de España! Su chef y propietario Fernando Joaquim de Sousa suma elementos tropicales a la cocina japonesa tradicional. Y juega con pescados y mariscos de Galicia para redondear. Tepankayis, niguiris, yakisoba y todo un elenco de especialidades riquísimas. ¿Precio? Entre 30€ y 50€.
¿Favoritos? Cualquiera de las especialidades hecha con vieiras.
Cocina luso gallega en la zona de Churruca –una de las zonas nocturnas más populares de la urbe–. Techos altos, arte contemporáneo en las paredes y una carta corta pero donde las especialidades se bordan. Las raciones son muy generosas, así que no te pases pidiendo.
¿Favoritos? Por supuesto, sus célebres ancas de rana a la plancha, los librillos rellenos –toda una explosión de sabor– y sus codornices a la plancha.
El naval barrio de Bouzas se está consolidando como una de las mejores alternativas al centro para tapear. Y también para comer como un señor@. Y aquí puedes hacer ambas. Emplazado en una antigua carpintería, tanto la comida servida, como el espacio, comparten esa mezcla de clasicismo y modernidad: caldeiradas, arroces o revueltos elaborados con materia prima de temporada y una pequeña vuelta de tuerca. Por la semana tienen menú del día por 13€. ¡Muy recomendable!
¿Favoritos? Cualquiera de sus elaboraciones con bacalao y las navajas con emulsión de ajo y vinagreta.
Para cerrar esta lista un lugar de toda la vida, ideal para tomar pescaditos fritos, tortilla de patata estilo Betanzos, pimientos de padrón, almejas, etc. El precio oscila entre los 15 y los 25 euros. Baja la comida dándote un paseíto por el monte del Castro y sus ruinas, está justo detrás.
¿Favoritos? Las xoubiñas, una especie de sardinas menudas, fritas y la famosa tortilla de patata.
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